El recuerdo de la Wine Edition de Madrid Fusión todavía nos embarga. Comida excelente maridada con un buen vino es la clave que propicia que en Madrid Fusión haya un hueco tan especial para el mundo del vino. The Wine Edition, ya tiene su propio espacio en la feria más importante de la gastronomía de la capital: charlas magistrales, catas de bodegas que llevan lo mejor de sus producciones, y una especie de salón de vino en las tripas de Ifema. Pero la presencia del vino no sólo se limita a su espacio, sino que la mayoría de los expositores hacen guiños a la enología, tanto los de las diferentes regiones españolas, como la de las marcas que saben que todo está más rico con un buen vino. A pesar del mundanal ruido la feria es un buen lugar para darse un garbeo, catar, charlar, aprender… Eso si, aviso para navegantes: la mayoría de los actos organizados requieren de invitación de sus organizadores, inscripción con antelación o adquisición de entrada previo pago.

Uno de los momentos que me quedará en la retina es un corrillo en el que se juntaron tres Master of wines: Pedro Ballesteros, Almudena Alberca, Fernando Mora. Una concentración espontánea que supone casi un tercio de los MW españoles (sólo tenemos 8). Si sumamos la presencia de Andreas Kubach, que también se dejó ver en varios actos de la Feria, en este lapso espacio-temporal llegamos a tener al 50% de los maestros jedis del vino patrio. Además de los citados, por allí desfiló gente tan importante como Pitu Roca, Ferran Centelles, Pilar Cavero, Paz Levinson, el master sommelier Xavier Rousset. Algunos titulares que se me ocurren del encuentro: fuerte presencia de vinos tinerfeños, maridaje a gogo y lo mejor, el premio Juli Soler que premia el talento joven en el mundo del vino. Todo un chute de esperanza el ver rostros tan jóvenes, y sobradamente preparados, en el palmarés del festival.

Este mes también se ha celebrado la Barcelona Wine Week, otro de los momentazos del año a los que no nos pudimos sumar, pero que hemos seguido intensamente. Parece que también se ha petado y de hecho el primer día se quedaron sin comida, según las crónicas. Casi 830 expositores, más de 20.000 visitantes profesionales, cifras que denotan un interes constante y creciente en el sector. Buenas noticias.

En la crónica de sucesos vinícolas, después de que el año pasado quedara resuelto el robo de vinos en el restaurante Atrio de Cáceres, este 2023 nos trae en crónica judicial el bochinche del restaurante Mugaritz contra su ex sumiller Guillermo Cruz. El restaurante le acusa de robo de botellas por valor de 32.000 euros que vendió cuando aún trabajaba en el restaurante a título particular, argumentando que eran suyas, adquiridas por canales privados o regaladas por grandes bodegas, según el abogado de Cruz. A finales de enero se volvieron a ver las caras en la Audiencia Provincial de Gipuzkua, que tendrá que determinar quién tiene razón en este turbio asunto, que a mi me suscita algunas preguntas, la más obvia: ¿un sumiller puede vender un vino particularmente en el restaurante que trabaja? Pues a lo mejor si, pero suena raro, la verdad.

La cosa más friki que he probado este mes: vinos tostados naturalmente dulces de la Denominación Ribeiro Treixadura pasificada y envejecida cuanto años mejor, a juzgar por lo que catamos en el Salón de Vinos Generosos de Madrid a finales de enero. Celme Tostado 2019, Bico de Leive 2018, Tostado de Costeira 2015 y Alma de Reboreda 2008. Dulces pero con su puntito de acidez y salinidad que los convierte en vinos peculiarmente ricos.

Y también muy dulce fue la cata de Moscateles de Setúbal a la que asistimos en la Unión Española de Catadores, con un par de descubrimientos high level: dos moscateles estratosféricos que pueden endulzar al más amargado de los winelovers planetarios: Quinta Do Piloto Moscatel de Setúbal 20 años o el inconmensurable Moscatel de Setúbal 20 años de Sociedade Vinícola de Palmela. Viva la hipérbole y el buen vino.  Hasta el mes que viene.

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