Mes de marzo, mes de poda en la viña y de recogimiento en los lugares de placer vinícola. Buen calendario de catas en bares, salones, asociaciones y otros establecimientos de disfrute.
Este mes gozamos de una cata sobre vinos de agricultura volcánica, referidos a vinos italianos y griegos, en concreto de la zona del Veneto y de la bella isla de Santorini. Lo mejor de la cata: el ponente. Pedro Ballesteros, Máster of Wine, y en estado de gracia dando un repaso al panorama vinícola nacional.
Curiosa su teoría, quizás influida por su formación de ingeniero agrónomo, de que el vino no es la representación de un paisaje, ni una imagen de un terroir, ni todas esas cosas que quedan tan bonitas en las etiquetas. Más bien es el resultado de la acción de varios ecosistemas, con la intervención cada vez más cualificada del hombre, sin necesidad de 22 generaciones previas de monjes… Son esos millones de bichitos en conjunción los que hacen la magia de crear uvas, de que fermenten, de que se afinen en procesos de crianzas.
No menos interesante es su visión sobre el vino español, en el que existen denominaciones de origen que no responden a estilos claros de vino, sino a componendas políticas y organizativas en la que se agrupan batiburrillos de vinos random, con estilos, calidades distintos, difíciles de identificar y por tanto de vender, unidos únicamente por el mero hecho de pertenecer a una DO. Un sistema vínico organizado en denominaciones y con gran importancia de las bodegas, en detrimento de los agricultores. Un sistema más cercano al nuevo mundo que a la vieja europa, lo que puede que explique algunos de nuestros males.
Lo que está claro es que los vinos con narrativa se venden mejor. Si son atlánticos, volcánicos, etc. suscitan atención. Prueba de ello es esta cata en la que vinos distintos de variedades autóctonas y con el endeble nexo de provenir de tierras volcánicas, tienen ya su público para colocar sus pequeñas producciones. De lo que más nos gustó, los vinos blancos de Santorini de la variedad Assyrtiko. Frescos, con acidez y fruta, que te transporta a ese paraíso griego.
En otra carta magnífica con los artífices de bodega Attis confirmamos el potencial del albariño del Valle de Salnés, y en concreto los vinos de esta casa que empezó con una etiqueta y ha superado la veintena de referencias de albariños elaborados de manera artesanales, respetando esa esencia atlántica, pero con el afán experimentador que imprime el enólogo Jean Francois Hebrard. Confirmé el vinazo que es ese albariño fermentado en barrica al que llaman Nana, descubrí unos tintos autóctonos muy serios, sobre todo el Caiño y el Espadeiro y flipé con un dulce adictivo de albariño en parada fermentatvia, Sitta Pereiras.
En marzo se celebró el celebérrimo Premio Vila Viniteca de cata por parejas, ya en su décimo quinta edición. El Casino de Madrid acogió un evento al que se puede asistir como público, previo pago, para disfrutar de ese espectáculo de ver catar a ciegas parejas de winelovers y como aciertan lo máximo posible del vino que toman: país, variedad, añada, bodega, etiqueta… este año los ganadores fueron Nacho Martínez -sommelier en Decántalo- y Eloi Cedo -enólogo en Mallorca. ¡¡¡Enhorabuena!!!
Y en el apartado lecturas, siempre está bien volver a los clásicos y este mes me he dedicado a revisar ese “Descubrir el gusto del vino” de Emile Peynaud y Jaques Blouin, que si bien tiene algunas recomendaciones ya superadas, como la de tomar espumosos en copas de flauta, sigue siendo un compendio de sabiduría vínica, que por ejemplo me hizo comprender porque en algunas catas no nos ponemos de acuerdo con la percepción de la acidez de los vinos: hay que tener en cuenta el ph de la saliva propia del catador, que lo sepas.
También un argumento desmitificador de la cata en bodegas: es la forma de cata más grata, pero la menos objetiva: el ambiente vínico impide juzgar bien los aromas y la amabilidad del bodeguero ablanda nuestra percepción: “Todos los vinos parecen mejores de lo que son en realidad y sus defectos se atenúan por el ambiente y la imposibilidad de compararlos con otros”. Aún así, Monsieur Emile, cómo nos gusta pisar la cuna del vino. Esperamos en abril visitar alguna y contároslo en este, vuestro blog.