Hace mucho que no oigo conjugar el verbo veranear. La gente ahora viaja, va de finde, pasa unos días en… Veranear según la RAE es “pasar las vacaciones de verano en lugar distinto de aquel en que habitualmente se reside”. Toda una oportunidad de conocer a fondo ese lugar. Y si te gusta el vino, debería ser también una oportunidad para descubrir lo que se vinifica allí. Pero no siempre es fácil.

En este espacio hemos relatado muchas veces como se ejerce la tiranía de la triple “R” en los bares y restaurantes de España. ¿Qué le pongo: un Rioja un Ribera o un Rueda (o la versión en diminutivo, para más joder). No nos vamos a engañar: es muy complicado escapar de eso. Pero en un alarde de optimismo heróico volveremos a entonar el “Si se puede” (Yes we can, of course).

Primero hay que dar la turra en estos establecimientos y pedir algo autóctono. Qué no tienen pues, siempre de buen rollo, afear un poco esa conducta: ¿cómo es posible que no tengan vino de la tierra para que lo probemos? Algunos camareros no se cortan y te espetarán “es que son muy malos”. Falso: el dios Baco debería convertirte en una filoxera con ladillas en un desierto etíope. Ya se hacen buenos vinos en casi cualquier lugar del mundo (el año pasado probé un blanco británico que no estaba mal). Seguro que tienes alguna referencia que restregarle a la cara, hazlo con educación. De todas formas, como dirían los amigos chanantes: “donde no hay mata, no hay patata”. Te recomiendo en estos casos cambiar de establecimiento. Quizás el año que viene….

En el caso de que si tengan vinos de la tierra, pruebalos e intenta que te los contextualicen. Tus sentidos lo interpretaran mejor con una explicación. Ten en cuenta que probablemente estés tomando cosas distintas a las habituales y que la primera impresión incluso puede que no sea buena, pero es importante persistir si vemos un atisbo de calidad.

Para las economías más modestas también se puede seleccionar un sitio que tenga vino a granel de la zona en los menús del día. Evidentemente váis a encontrar un vino rudo, pero a veces son jóvenes, honestos y te dan una buena idea de las características y las posibilidades de la variedad.

Otra muy buena opción es reservar un rato para ir a una vinoteca que tenga un buen surtido de vinos por copas. Hay que cuidar mucho estos sitios, son auténticas bibliotecas para enófilos que permiten ampliar nuestros horizontes vinícolas. Seguro que tienen una buena selección de lo mejor de su zona y una explicación convincente de por qué te ofrecen esos vinos.

Y si el lugar de veraneo tiene posibilidades de enoturismo, blanco (o tinto) y en botella. Nada mejor que la bodega y la viña para empaparse de la cultura vínica del lugar.

Afortunadamente en España cada vez se recuperan y se respetan más variedades autóctonas, en un intento de identificarse y sobresalir en un mundo competitivo y copado por las grandes DO’s, pero también como apuesta identitaria de muchos viticultores que creen en sus uvas. No pierdas la oportunidad de catarlas.

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