Las noticias sobre la COVID de este mes tampoco han sido buenas, la verdad. La cifra de fallecidos, auténtico drama de esta tragedia, han sido las peores de la segunda ola y los contagios siguen a un ritmo inaceptable. En el lado económico y en una de las vertientes que más nos interesa, la hostelería, también ha ido mal. Con decenas de miles de cierres bajados, la cosa se pone dura para aquellos que habitualmente nos facilitan el placer de tomar una copa de vino entre amigos y viandas. Sirva este párrafo para acordarnos de ellos, sobre todo cuando abran sus locales. Tendremos que apoyarles más que nunca.
Mientras tanto sólo nos queda acudir con todas las medidas de seguridad a los bares y restaurantes que quedan abiertos y comprar vino para disfrutarlo en casa. Ese placer no nos lo va a quitar ni el bicho, ni nadie, prometido queda. Así es que después de tanto, mal, mal, mal, un gran bien por ese Buen Vino que podemos degustar en intimidad de establecimiento a medio gas o en nuestro propio hogar.
Este mes de noviembre hemos hecho promedio entre blancos con cuerpo y tintos de amplio espectro. Comenzamos degustando un Louis Latour Chablis 2018, blanco Chardonnay, proveniente de la zona de Chablis que está situada a medio camino entre Dijon y París. Ese entorno ha sido paradigmático en la elaboración de blancos con algo de fermentación en barrica, que perfilan la fruta y afinan la mineralidad de esos suelos calizos del jurásico. Un vino correcto, pero poco más, y aunque no es excesivamente caro, en torno a los 20 euros, por ese precio puedes encontrar entre los Chardonnay patrios cosas infinitamente mejores. Lo comentábamos en el post de twitter, otra opción hubiera sido guardarlo unos añitos en la bodega, pero sinceramente, nosotros somos más de beber que de guardar… Nos quedamos sin duda con ese Luis Cañas blanco, con la frescura de la Viura, y un poco de Malvasía, domadas por la barrica: joven y goloso todo un hallazgo por menos de 10 euros, que gana en este exiguo ránking de blancos fermentados del mes, con permiso de la verdejo fermentada del Barco del Corneta. Adelantamos contenidos, pero el otro día nos topamos con Puente de Piedra, un Chardonnay de Cariñena fermentado en barrica elaborado para un supermercado muy conocido, que no llega a 5 euros, y pese a sus lógicas limitaciones, merece la pena probarlo.
Siguiendo en nuestro peregrinaje por los supermercados de Dios, nos encontramos con un vino de Toro muy decente, Barbian, con un etiqueta felina que esconde un vino joven y poderoso, muy bebible. Hicimos escala en Uclés, para degustar la correcta Graciano de Oveja Tinta. Disfrutamos muchísimo con esa Syrah afinada en ánfora que se han marcado los amigos de Zaleo, con ese vino denominado Tinaja de Zaleo, que es un regalo por precio y calidad. En las mermadas y reducidas reuniones familiares, disfrutamos de un «Yllerita» como dice mi querido primo, en esta ocasión con un Pepe Yllera, homenaje a uno de los fundadores de la bodega, un vino muy digno y sabroso. Y también tuvimos un momento para el clasicismo y el buen hacer de la Rioja Alta, degustando un Viña Ardanza de hace 10 años que está en plena forma. Todavía no os hemos hablado de él, pero probamos un Ribera muy sencillito, Velvet, muy, muy rico, en los próximos días tendréis la referencia en redes.
Acabamos con música. Si empezaste este post con November Rain de los Guns N’ Roses en tu cabeza, esperamos que después de estas líneas vinícolas estés más en clave Vida de Rico de Camilo. Ante la adversidad, buena cara y sobre todo, buen vino.