Cita ontológica de la vinificación patria.
No cabe duda de que Peñín es el artífice de la mayor reunión de bodegas españolas a través de este macro salón que cumple ya 23 ediciones. La empresa que da nombre a la famosa guía, pero que es mucho más, consigue que uno de los enormes y gélidos pabellones de IFEMA en Madrid se convierta en un hervidero de gentes apasionadas por el vino que catan, comentan, comercian, disfrutan y ensanchar horizontes vinícolas.
En esta edición había casi trescientas mesas (400 bodegas) llenas de referencias, de historias, de maneras de interpretar la vid y de elaborar vinos diferentes con un mínimo común denominador de calidad bastante alto. Tened en cuenta que en España hay censadas poco más de 4000 bodegas, por lo que este Salón es capaz de congregar al 10% de todas ellas en un mismo espacio. Y para añadir emoción, como en los concursos de la tele, apenas unas horas para disfrutar de esta oferta concentradas en día y medio, un tiempo limitado para abarcar tamaña representación.
Evidentemente el Salón cuenta con la presencia de las grandes majors de la uva prensada, pero también de elaboradores de toda índole, que permite el descubrimiento de esas pequeñas cosas que hacen tan grande este mundo del vino. Una mezcla entre «voy a tomarme ese cotizado super-vino de bodega centenaria» con «voy a descubrir o regodearme con ese vino de autor de difícil acceso pero de potencial asombroso». Y en medio, todo un abanico de posibilidades nada desdeñables.
Este año además programaron un buen puñado de catas monográficas, que permitían cierto sosiego a la hora de degustar con tranquilidad referencias que merecen detenimiento. De todas ellas nos pasamos por la cata inaugural, la ofrecida por la D.O.Ca. Rioja impartida por su director técnico, Pablo Franco. Rioja es muchas cosas, entre ellas calidad, variedad y constante innovación, sin perder la referencia del clasicismo que la ha hecho célebre. En esta muestra propusieron valores seguros. Nueve referencias de las que nos quedamos con los dos blancos: “Flor de Muga 2020 Reserva”, viura, garnacha, blanca y maturana blanca de distintas localidades, de las que se usa la flor del prensado y que se ensamblan con maestría y criterio; y el “Monopole Clásico 2020”, un uno fijo en los blancos de viura, con crianza oxidativa, que si además tienes la paciencia de guardarlos un poco, te asegurarás placeres venideros. En tintos confirmar vinazos como “Roda 2020”, “Izadi el Regalo” o el “Marqués de Riscal 150 aniversario 2017”.
Del paseo por la feria destacamos la parada en Torres, donde pudimos degustar los Jean Leon, un Albariño, ¡Californiano!, que tenía poco de Albariño, la verdad y el tridente de la gloria: “Perpetual 2019” (Priorat), “Grans Muralles 2019” (Conca de la Barberà) y el celebérrimo “Mas la Plana 2019” (Penedés). Cosita fina.
Hispanosuizas llevó su albariño valenciano, sus espumosos de Pinot Noir, sus Bobales y una Savignon Blanc, “Impromptu”, francamente buena. Ojito con el godello casi fundacional de Godeval (RE-VI-VAL). Además de confirmar el gran rioja que es Altanza, como os comentábamos en el reportaje sobre el Hotel du Vine y de descubrir en la cata de Rioja que tiene otros vinazos como ese “Velázquez Colección Artistas Españoles 2011″, estuvimos catando su incursión en Jerez con un Palo Cortado notable, un Oloroso bastante chulo y un Amontillado muy decente, y de ahí a Pérez Barquero, claro, a seguir disfrutando de las delicias del marco de Jerez.
Hay dos bodegas gallegas que reverenciamos, y por tanto no perdemos ocasión de recatar sus delicias. Apuntad, malditos. Dominio do Bibei (los blancos de Ribera Sacra) y Attis (Albariño “Nana” y el Godello “Sangarida”). También hicimos paradas en bodegas canarias, empezando por la célebre Suertes del Marqués, donde nos quedamos enganchados a esa Listán Blanco del Valle de la Orotava “Trenzado 2022”. Cumplimos con nuestras ganas de probar la graciano de Castilla La Mancha “Ulterior nº17”, muy rica, y el Oremus “Mandolás Furmint Seco 2021” de Tempos Vega Sicilia, sin más.
Cerramos con la visita a Michelini i Mufatto, una saga vinícola increíble, llegada de Argentina, y que ya trasciende de la labor de Matías con Viña Zorzal y sus otros proyectos. Aquí presentaban unos vinos bercianos, un puñado de delicias confeccionadas con las variedades típicas de la región: Mencía, Godello, Palomino, Merenzao, Brancellao, Garnacha Tintorera y Doña Blanca. Tienen un vino de paraje, “La Encrucijada», que es una joya enológica de primer nivel. Increíble punto final que eclipsó hasta esa copita de Pingus (flor, no llegamos al Pingus a secas) que pudimos disfrutar en este Salón al que ya solo le quedan 364 días para volver a proporcionarnos unos de los momentos vinícolas del año.