Esta no es una nariz cualquiera, es la nariz de Pedro Martínez. Cuando tenía 27 años ganó el concurso Nariz de Oro. Fue el sumiller más joven en lograrlo. 21 años después produce su propio vino en su tierra, Murcia, seleccionando las mejores monastreles de Jumilla, Yecla y otros lares de la provincia.
Como signo de identidad ha cedido su napia a la causa, y así nos encontramos con este original “packaging” acreedor de doble oro Pentawards 2021 al mejor diseño del vino del mundo. Tiene narices la cosa. El arte es obra de Nicolás de Maya, que ha interpretado la nariz de este sumiller (y ahora enólogo) de un modo original, pero respetando las características fisiológicas del apéndice nasal de Pedro. Incluso hay una versión en la que una nariz letrada se convierte en el escultórico envoltorio de la botella formato magnum.
Un continente llamativo para un contenido cuidado que también tiene su propia historia. Pedro selecciona monastreles de tres zonas vitivinícolas murcianas para presentar tres versiones diferentes de la uva emblemática de aquella zona. Ensambla uvas de diferentes parcelas y propone vinos diferentes cada añada, según la climatología y las lides en la viña. El denominador común: la nariz de Pedro al servicio de la Monastrell.
Hemos probado la edición limitada Jumilla 2019, poderosa y delicada a la vez, fruto del respeto a la identidad de una uva con fundamento pero receptiva ante la sabiduría del enólogo. Sus aromas están afinados, como no podía ser de otra manera. Son vinos con cuerpo, con color, y con un paso por boca que no deja indiferente. Pero es que el de Yecla de 2019 es un escándalo. Goloso en nariz y boca con toques afrutados, incluso un poco dulces sin detrimento de la acidez, que configuran un vino redondo para tomar ya, en casi cualquier ocasión.
No hay que tener mucho olfato para concluir que estamos ante unos vinos excepcionales.
Más sobre De Nariz.